Cuántas cosas se puede saber por un simple gesto, un giro de cabeza o un acto reflejo. Todas acciones incontroladas que toman vida gracias a nuestros temores.
Actos que gritan al cielo esas palabras que callamos en lo más profundo de nuestro ser.
¿Y por qué callar? Esa es la eterna pregunta a la cual yo respondo: no merece la pena la batalla, al final todo cae por su propio peso.
¿Hola, como estas?
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