Esto pueda que sea de una romántica empedernida, pero he decidido que a partir de ahora, cada nuevo país o ciudad que visite, mi souvenir va a ser un libro. Nada de chorraditas varias que después se olvidan en el cajón del salón y ni recuerdas de dónde eran.
Y esta decisión viene de que me he dado cuenta de que, además del poder que tiene cada libro de sumergirte en una nueva historia, adquiere más valor emocional si lo compras junto alguna persona especial que te está acompañando en este viaje llamado vida. No sé a vosotros, pero a mi me pasa que mientras lo tengo en mis manos, tiendo a estar pensando en esa persona, dónde lo compré y por qué me lo compré. Así que, qué mejor recuerdo de todos esos lugares que aún me quedan por visitar y que espero que sean muchos. Ahora es cuando me da rabia no haber pensado en esto antes. En los últimos años he podido viajar bastante gracias a la tesis, así que bueno, no tengo mejor excusa que ésta para volver a visitar esos lugares y revivir todos los momentos.
No sé si alguna vez lo he dicho, pero tengo el gran sueño de algún día poder tener mi pequeña biblioteca en casa y qué mejor que pueda ser una biblioteca internacional ¿no? Mi intención es que cada vez pueda llegar a hacer más míos mis propios libros. Y, ¿a qué me refiero con esto? Pues a que me gustaría llegar a poder escribir o subrayar en ellos sin tener miedo de estropearlos, porque en realidad, esta es mi copia de muchas más que existen en el mundo. Así que, con esta iniciativa además de ampliar mi biblioteca, podré apuntar en cada uno de ellos dónde fueron comprados y con quién lo hice. Por supuesto claro está, que si algún alma caritativa está dispuesto a hacerme un regalo así, también será bienvenido.
Y esto es todo por hoy. Me hacía ilusión poder compartirlo con vosotros. ¿Qué opináis al respecto?
Por último, gracias Pepi, porque has sido tú la que ha inspirado todo esto en mí.
La parcelita de Ale 