Sé que han pasado ya más de dos semanas del día T, pero en mi interior siento que debo cerrar este ciclo de mi vida con esta entrada.
Aunque aún sigo recuperándome del resacón post-defensa, ya empiezo a estar otra vez llena de energía, recuperando mi estado normal, tanto física como anímicamente.
Bueno, en esta entrada quiero contar un poquito más de cerca como transcurrió ese día. Y para ello voy a empezar desde la noche anterior, porque como muchos ya supondréis, esa noche dormí bastante poco. En mi interior era consciente que ya llegaba mi gran momento, pero otra parte de mí seguía tranquila y serena sin llegar a creer que ya, ese día, estaba aquí.
Por la mañana todos andábamos nerviosos. Creo que mis padres incluso más que yo. Sinceramente, mi nerviosismo estaba más relacionado por todo lo que teníamos que organizar durante la mañana antes de la presentación. Os explico. Decidí que cuando todo acabara, quería hacer un pequeño picoteo con todos los asistentes; por lo tanto tocaba organizar los platos, las bebidas, montar la mesa, etc…
Una vez que estaba todo listo y preparado para poder ser servido, aún quedaba como una hora para el acto. La verdad es que estaba relajada hasta que diez minutos antes pemezaron a llegar todos. La hora prevista era las 11:30h pero ya estábamos todos, incluido el tribunal. Ahí fue cuando ya no sabía ni como respirar. Pedí empezar antes, pero todos tuvimos que esperar hasta la hora punta. Esos diez minutos fueron de lo más complicados que he vivido en mucho tiempo. Cómo explicarlo. Se ve que mi mecanismo de defensa es dejarme la boca como la suela de un zapato -literalmente- y por mucho que bebí agua antes de empezar, parecía que me habían untado con algún tipo de pasta por toda la boca. No sentía la lengua ni los labios, pero yo sólo quería empezar…
Llega la hora. Son las 11:30h. El tribunal me llama y todos nos disponemos a entrar. Hace la presentación oportuna de mis tutores, de mi misma y del nombre de la tesis. Me dan paso, y es en ese momento cuando todo a mi alrededor desaparece. Sólo estábamos el tribunal, mi presentación y yo.
Llega mi momento. Increíblemente no me acelero al hablar, no tartamudeo y no se me va la voz. Me siento fuerte, hablo con contundencia, con buena pronunciación y pensando que hoy no me frena ya nadie. Hoy ya no habrá correcciones, hoy no habrá interrupciones. A cada diapositiva que paso pienso que es la última vez que tengo que decirla, que tengo que retenerla en mi memoria…
Hasta que casi sin darme cuenta llego al final. En ese momento, me invade un vacío, el no saber que he estado diciendo en los últimos 40 minutos. Empiezo a pensar si dije todo lo que tenía que decir… No puedo evitar que se me escape una sonrisa mientras digo la frase final pidiendo paso a leer las conclusiones. No me lo podía creer. Ya está. Todo tan rápido, tanto sufrimiento y ya estaba listo.
Pero esto no acaba aquí. Llega la ronda de preguntas. Es contradictorio, pero no estoy nada nerviosa. Estoy relajada, contestando todo lo bien que puedo. Y una hora después, todo ya había pasado…
Estuve casi una semana después sin creer que ya terminé. Era sólo cuando veía el ramo de flores en mi casa que pensaba: si Ale, todo ha pasado ya.
Con esto cierro una etapa importante en mi vida. Un ciclo en el que he crecido no sólo a nivel profesional, sino también personal. Donde he aprendido a conocerme más a mi misma, a valorar las cosas importantes y a tener claro que es lo que quiero en mi vida.
P.D.: en la próxima entrada os contaré mi «nuevos propósitos de vida». Porque sí, esto es como año nuevo. ¡Adiós tesis, hola vida!
Enhorabuena por el cierre de ciclo. A ver esos nuevos propósitos que yo los vea jeje, un saludo 😉🍀.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchísimas gracias!!! Si, quiero contaros todo. A ver si empiezo a coger de nuevo el ritmo con el blog. Un besín!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Felicitaciones!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
phD en qué?
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡En química!
Me gustaMe gusta